Testimonios

Evelyn Casanova
Dueña de Casa
Isabel Bonilla
Secretaria Administrativa y Judicial
Juliana Rubinstein
Emprendedora

Loreto Casanova

Mi nombre es Loreto Casanova, tenía recién cumplidos mis 7 años cuando me enteré de la decisión que había tomado la familia para la educación y mejor desarrollo de mi hermana y mía.

Aún recuerdo lo confuso que fue aquel día en que llegué a una casa muy grande, llena de niñas, tías (las educadoras), espacios de juegos y tal vez lo más peculiar, las normas y horarios que todas debían respetar y a partir de ese día, también yo.

Jamás me complicó seguir los horarios de comida o de estudio, como niña sabía que eso tendría su recompensa al final y era disfrutar de los amplios espacios que existían entre tanta naturaleza y divertirme con el resto de las niñas de mi edad, y al final del día la oración antes de dormir y el cariñoso beso de buenas noches de aquella persona que daba todo por hacerme sentir como en casa.

Las tías que eran, promedio, una por cada 20 niñas, se dedicaban a enseñarnos modales, valores, aprendí a coser y bordar mi ropa, a lavar y mantener mis cosas siempre en orden, siempre me sentí como en casa y hasta el día de hoy tengo la misma sensación cuando visito lo que aún queda de ella, al final del camino donde al llegar aún siento como dejo atrás la cuidad y me interno el aquel mundo lejano de la frialdad y complejidad de la civilización.

Mis mejores años los viví ahí, mis mejores aventuras las compartí ahí en donde también conocí a mis mejores amigas, a quienes hoy veo de vez en cuando y compartimos experiencias del mundo laboral y personal. En general, lo pase tan bien, que poco tiempo tuve de cuestionarme el tiempo que me quedaría.
Fue justo entre mis 13 y 14 años que comenzaba a quedar atrás la niña y sin yo quererlo nacía la mujer independiente y capaz de solventar mis necesidades.

Imposible olvidar mis mejores vacaciones, aquellos días de playa en donde los días previos al viaje trabajábamos como hormigas tías y niñas para no dejar nada en casa ni siquiera el peluche regalón, todo estaba considerado el mi mochila para disfrutar a concho los maravillosos días que nos regalaban esas personas que de manera desinteresada me entregaban más cariño del que yo esperaba.

Crecí de manera normal sin prohibición de nada para una niña de mi edad, fui al colegio, tuve muchos amigos que me visitaban en casa para preparar trabajos para el colegio, participe de actividades extra programáticas en las que me destaqué y me ayudaron a lograr desenvolverme mejor en ese otro mundo, para mi desconocido en ese entonces.

Llegó el minuto en donde tuve que decidir qué hacer de mi futuro y simplemente puse en marcha lo que siempre quise hacer, me decidí por una carrera técnica, poco común para una mujer, pero llena de desafíos, que supere con la ayuda de esa que fue y sigue siendo mi familia.

Estudie Electromecánica General y de Aviación y hoy trabajo en una prestigiosa empresa (LAN Chile), en un ambiente de hombres, en donde la competencia es dura pero aún no hay nada que no pueda hacer. Los valores con los que me educaron han sido un pilar fundamental para lograr el equilibrio de lo bueno y lo malo, soy profesional, independiente y a Dios gracias, jamás me tentó lo fácil; no creo que exista otro mejor lugar en donde haya podido crecer de manera sana y aunque se diga que la familia propia es quien vela por darte lo mejor, tengo que decir que así fue, mi propia familia decidió que lo mejor para mí sería crecer en el “HOGAR DE NIÑAS LAS CRECHES” , mi cuna, mi hogar, mi familia también.

Gracias!

Junio de 2010


Carolina Araya Saldaña

Cuando tenía 6 años de edad llegué al Hogar de Niñas “Las Creches”. Un lugar maravilloso, lleno de vida, naturaleza y amor. Las tías que me recibieron fueron muy amables y acogedoras, me sentí tan bien de inmediato.

Poco a poco fui creciendo en un entorno de cariño, dedicación y preocupación, enseñándome valores tan importantes para mi vida como el respeto, la honestidad, la sinceridad y tantos más e importantes para llevar una vida íntegra y sana. También recibí formación espiritual, la que mantengo hasta el día de hoy.
Recuerdo a tanta gente que nos visitó mientras me encontraba en el Hogar: colegios, madrinas, sindicatos, personas que hicieron que mi estadía en el hogar fuera grata. Como no recordar los cumpleaños, días del niño, año nuevo, navidades y tantas otras fiestas que compartieron con nosotros, su tiempo y alegría haciendo que nos sintiéramos queridas, regaloneadas y profundamente acompañadas.

Gracias al Hogar pude estudiar hasta 4to. Medio, recibiendo todas las herramientas para ser la mejor alumna lo que me valió recibir la beca presidencial. El Hogar me dio posibilidades de tener estudios superiores, pero debido a mis carencias familiares opte por una casa, un hogar mío propio algo que me siempre busque y quise, siempre sentí la ausencia de mis padres, algo que estuviera conectado de raíz conmigo, pero con el tiempo me di cuenta que mi familia es el Hogar, con sus tías y las personas que me prestaron cuidados y afectos, los que aún mantengo.

Doy mi testimonio como una forma de agradecer a todas las personas que me brindaron cuidados, eso me permitió crecer segura, alegre, trabajadora, y agradecida día a día de la oportunidad que me dio el Hogar y Dios quiera que esta obra continúe por muchos años más.

Gracias por todo.
Junio de 2010